Comerse las uñas o la onicofagia, en términos médicos, es un trastorno muy habitual.
No sólo es anti- estético, sino que además puede provocar infecciones, ya que la uña recubre la piel y al quitarlas, la dermis queda expuesta e indefensa.
Quienes lo sufren, realmente se sienten acomplejados, sobre todo cuando se encuentran en la etapa de la adolescencia.
Soluciones:
Puedes recurrir a remedios, los cuales se aplican en las uñas para que les confieran un sabor desagradable, de ésta manera cuando te lleves los dedos a la boca, sentirás ese horrible sabor amargo y se supone ya no las morderás. A veces funciona, no en todos los casos.
También se recurre a laca de uñas o esmalte, para reforzarlas y que se endurezcan, dificultando el morderlas, de nuevo, éste método no siempre funciona.
Otra forma, bastante desprolija a la vista es colocarse tiritas, igualmente si no tienes voluntad las terminaras quitando también.
Los expertos dicen que éste comportamiento es debido a un sentimiento de auto-destrucción que siente la persona, aunque en realidad está reprimiendo su deseo de agresión contra otro individuo, pero al no ser consciente de ello, se auto -castiga de esta forma. En estos casos se recomienda buscar ayuda de un psicólogo.
Cuando sucede por etapas o de forma transitoria puede ser que este relacionado con episodios o situaciones de estrés, miedo o ansiedad, también denota inseguridad. En éstos casos también se puede recurrir a ayuda, aunque suele ser suficiente con observar desde cuando ha comenzado a suceder y bajo que circunstancias para poder evitar la continuación de la conducta.
Otra alternativa que da buenos resultados con bastante frecuencia es comenzar a practicar actividades relajantes y que disminuyan la ansiedad, como puede ser Tai chi, yoga, meditación etc. Combinarlo con terapia floral y reiki o medicina homeopática funciona aún mejor.