A todos nos pasa que tenemos épocas en las que no tenemos ganas de relacionarnos, conocer gente nueva, salir etc.
Es relativamente normal siempre y cuando la situación no se extienda demasiado en el tiempo.
Si acabas de terminar una relación es lógico que tengas que hacer un especie de duelo y hasta es necesario para poder procesar y asimilar lo que has vivido, lo mismo si te has quedado sin trabajo, o ha muerto un familiar etc.
Infinidad de situaciones pueden llevarte a no querer salir de casa.
Pero como decía en un principio, cuando esto dura más de lo necesario comienza a observar que es lo que esta pasando.
El hacer las tareas diarias de forma rutinaria y estar deseando terminar para volverte a casa, encerrarte y no ver a nadie puede ser que sea una táctica de auto-defensa.
Es decir, si has pasado por una situación que te ha herido profundamente, puede que inconscientemente este protegiéndote para no correr el riesgo de sufrir nuevamente.
De esta forma al no relacionarte no te sientes expuesta, es como una cuestión de seguridad.
Lo que tal vez no percibas es que mientras tanto una vida pasa allí afuera y tú estas ausente, te pierdes de vivir nuevas experiencias y con esa actitud puedes caer en una depresión de la cual será difícil salir sin ayuda.
Observa si es tu caso, tenernos que entender que vivimos en este mundo, formamos parte de él y el sufrir es tan necesario como el estar bien.
La vida es un tránsito de valles y colinas, no podemos estar el cien por ciento del tiempo bien y tampoco lo contrario. De eso se trata, de pasar por diferentes vivencias para prender y desde la dualidad en que vivimos podemos comparar y valorar.
Sin el sufrimiento no podríamos valorar la felicidad y viceversa.