Una pregunta que me gusta hacer cuando estamos trabajando para mejorar la relación de una pareja, es si cada uno es consciente o sabe, qué es lo que enamora a la otra persona de él. ¿Os lo habéis preguntado alguna vez? Quizás no os resulte tan sorprendente que mucha gente no sepa contestarme. Es decir, no sabe porqué la otra persona la quiere.
No se trata de los pequeños juegos de seducción que sabemos que suelen tener éxito instantáneo y que nos permiten salir airosamente al paso, sino de si -en general- en nuestro día a día, conocemos los pequeños gestos que a nuestra pareja le resultan seductores o agradables de nuestra forma de ser.
Con frecuencia, y la mayoría de las veces probablemente sin darnos cuenta, solemos exigir mucho de la persona amada y nos decepcionamos cuando no resulta ser como esperábamos o nos gustaría. Y no nos paramos a pensar si esa misma vara de medir la aplicamos para nosotras también. Es cierto que podemos desconocer muchas de las razones por las que el otro nos quiere, pero no hay que dejarlo todo al azar: nosotras también podemos convertirnos en esa persona con la que la convivencia sea un auténtico placer.
Así que -aunque sea sólo por hoy- me gustaría que te fijaras en algunas de las cosas que haces:
- ¿Haces comentarios negativos sobre todo o todos?
- ¿Te quejas con frecuencia?
- ¿Haces comentarios agradables sobre los demás, sobre la otra persona o sobre vuestra relación?
- ¿Creas un contexto agradable, de riqueza sensorial -unos vasos bonitos, una buena música, un buen olor, orden…- que os haga sentir bien a ambos?
- ¿Tienes gestos especialmente pensados para tu pareja?
- ¿Te arreglas para ti y, por qué no, también para tu pareja?
- ¿Eres capaz de poner buena cara al mal tiempo y hacer que los contratiempos sean más llevaderos?
- ¿Sabes acompañar a tu pareja en sus momentos bajos?
- ¿Sabes hacer reír a tu pareja?
- ¿Te apetece sorprenderla de vez en cuando?, etc.
En las relaciones, la primera fase de enamoramiento es fascinante, pero lo es aún más el saber seguir enamorando día a día a la persona que hemos elegido para nuestro bonito proyecto de intimidad afectiva. El amor no ocurre: hay que currárselo. ¡Pero qué ocupación tan gratificante!