Una tercera parte de nuestra jornada diaria se concentra en el trabajo. Y de las otras dos, una se destina íntegramente a dormir. Teniendo en cuenta este porcentaje, ¿por qué nos preocupamos tanto por nuestra actividad laboral y tan poco por las horas de sueño? Dormir bien debería ser un acto innegociable, tanto si hablamos de cantidad (esas ocho horas soñadas) como de calidad (descansar bien). Veamos algunos consejos básicos para dormir bien…
- Cuida tu lugar de descanso como si fuera tu oficina: procura conseguir la oscuridad completa o lo más completa posible. La luz afecta a la producción de melatonina y serotonina, dos hormonas esenciales en el sueño. Si no puedes alcanzar ese nivel de oscuridad, no descartes la opción del antifaz. Queda peliculero, pero es efectivo…
- El silencio es tan importante como la luz. Si duermes en un lugar ruidoso, apuesta por el uso de tapones.
- Elige bien qué haces con las horas previas al sueño. Ver la televisión estimula nuestro cerebro, igual que leer un libro de suspense o de terror. Por eso, ya en la cama, es recomendable apostar por la lectura de libros de relajación… o incluso programarse el día siguiente, ya que eso nos dará la sensación de que estamos cerrando la jornada.
- Aunque no existe una demostración científica, hay bastante consenso a la hora de nombrar a los campos electromagnéticos como perturbadores del sueño. No está de más alejar nuestra cabeza de cargadores o de despertadores. Existen aparatos (económicos) para medir esos campos electromagnéticos.
- La temperatura del dormitorio es otro de los factores clave para un buen descanso. Nadie quiere pasar frío, pero tampoco es recomendable que la temperatura de la habitación supere los 21 grados. Si te levantas muchas veces por la noche, pregúntate por la temperatura de tus pies: muchas veces están demasiado fríos…
- Cenar alimentos ricos en proteínas tiene beneficios, ya que son una fuente de triptófano que ayuda a la producción de melatonina y serotonina, que como hemos dicho intervienen en el proceso del sueño. Completar la cena con una pieza de fruta también ayuda.
- Dos enemigos históricos: el café y el alcohol. Evítalos durante todo el día si tienes problemas de sueño, pero sobre todo durante la noche. Uno y otro evitan que alcancemos las fases más profundas del sueño.
- Evita los despertadores fuertes. Lo ideal es despertarse por uno mismo y con luz natural, pero si no se puede poner en práctica, lo mejor es que recurramos a despertadores que simulen esta luz o nos despierten sin demasiados sobresaltos. Por cierto, tener un reloj al lado tampoco tiene sentido: ¿para qué quieres saber la hora? ¡Es hora de dormir!
- Procura hacer ejercicio durante el día, hasta una hora antes de irse a dormir. Una ducha relajante motivará el sueño.
- Cuida tu respiración: al conciliar el sueño, la respiración se ralentiza y se vuelve más profunda, lo que facilita la oxigenación de las células. Para conseguir ese bienestar puedes recurrir a descongestivos nasales. Algunos incluso nos transportan a un mundo onírico de felicidad…